Por Carlos Monroy Hermosillo
(Reflexiones sobre la visita de Francisco, el Papa, a México)
- La clase política mexicana, dominada por las tres grandes tentaciones: la riqueza, la vanidad y el orgullo.
- La Iglesia Católica mexicana, obligada a la transparencia.
Toluca, Estado de México.- En Ecatepec de Morelos, la supuesta “patria chica” del gobernador mexiquense Eruviel Ávila Villegas, pero que tan abandonada tiene y tan poco le importa, el Papa Francisco expresó que la cuaresma es tiempo de conversión (referido en su visita papal, al arrepentimiento, al cambio y a la enmienda de conductas desviadas del pensamiento cristiano), “por aquél que busca separarnos generando alguna familia enfrentada, una sociedad dividida y enfrentada; una sociedad de pocos y para pocos …la cuaresma, tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que buscan degradar y degradarnos: primera, la riqueza, adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan solo para mí y para los míos. Es tener el pan a base del sudor del otro o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta, ese es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.
Francisco se refirió también a la segunda tentación, la vanidad: “esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que no son como uno, la búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdonan la fama de los demás haciendo leña del árbol caído, va dejando paso a la tercera tentación, la peor, la del orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad … sintiendo que no se comparte la común vida de los mortales, y que reza todos los días: ¡gracias te doy, Señor, porque no me has hecho como ellos!”
La cuestión es saber si el presidente Enrique Peña Nieto, el gobernador mexiquense Eruviel Ávila Villegas y, en general, las clases política y empresarial involucradas en el “Pacto Contra México”, están conscientes y hasta dónde están habituados, como dice el Papa Francisco, que piensan que en la riqueza, en la vanidad y el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida. ¿Serán ellos los demonios de nuestros días con los cuales no se puede dialogar, pues han sido vencidos por las tres grandes tentaciones: la riqueza, la vanidad y el orgullo? «Para la cultura anglosajona robar dinero de la comunidad es inaceptable», según recojo de una lectura muy interesante: “Francisco entre los Lobos” (el secreto de una revolución), de Marco Polito, periodista italiano, especialista en religión y desde luego en la vida Vaticana. Lectura recomendable y obligada, naturalmente.
¿Y qué decir de la propia Iglesia Católica en México? El Sumo Pontífice pidió por una parte a los obispos que “no minusvaloren el desafío” que el narcotráfico representa para la “sociedad mexicana”, incluida la Iglesia. Pero también los conminó a ser “de alma transparente y de rostro luminoso”, que enfrente sus propios problemas, cara a cara, y regresar con la gente, el pueblo, allá donde esté, atendiendo sus problemas y necesidades. Con atención para Norberto Rivera Carrera, el “Arzobispo Primado de México”.
Se trata del Papa que la Iglesia Católica y el mundo de hoy esperaban y necesita. No en balde llegó al lugar donde está. Por alguna razón de él se decía: «Necesitamos un hombre de gobierno…alguien capaz de guiar a la Iglesia y de volver a unirla.
«Bergoglio evoca una Iglesia que salga de sí misma, que se dirija hacia la periferia, no sólo geográfica sino también existencial»… Por ello se explican sus visitas a Ecatepec, Chiapas y la frontera norte: los suburbios de la globalización, los olvidados del mundo, los migrantes, indígenas, niños, jóvenes, ancianos y mujeres…